Lavar los puerros no siempre es fácil. Dado que la verdura tiene muchas capas como una cebolla, la tierra y las piedras pequeñas pueden esconderse y son difíciles de quitar. Sin embargo, con la tecnología adecuada, no es difícil lavar a todos los inquilinos y preparar los puerros limpios para su posterior procesamiento.
¿Cómo lavar correctamente los puerros?
Lavar los puerros es fácil cortando las raíces, quitando las hojas exteriores, partiendo los puerros por la mitad y abanicándolos con agua corriente. Dale la vuelta al puerro, límpialo bien y sécalo con papel de cocina.
¿Qué es el puerro?
Esta verdura está estrechamente relacionada con la cebolla, el ajo y el ajo silvestre. Los tallos son blancos en la parte inferior, tienen un tallo de color blanquecino a verde claro y hojas de color verde oscuro que se extienden como un abanico hacia la parte superior.
Compra siempre el puerro entero, porque sólo así conservará todo su aroma. Busque follaje de color verde intenso sin decoloración amarilla, ya que esto es un indicio de bastones más viejos y demasiado crecidos.
Preparar el puerro
- Primero corta la raíz.
- Quita las hojas exteriores, en su mayoría antiestéticas.
- Corta la barra por la mitad a lo largo.
Lavar bien el puerro
Ahora las verduras se pueden desplegar fácilmente:
- Lave bien el puerro, con el extremo cerrado hacia arriba, bajo el grifo. Esto facilita el enjuague de piedras y partículas de tierra.
- Luego gira la varilla y limpia la zona inferior.
- Sacudir el puerro y secar con papel de cocina.
Cortar los puerros
La forma de cortar el puerro depende de la receta. Si quieres preparar verduras, corta los tallos en aros finos. Para hornear, divídalos en diagonal en trozos.
Si a pesar de un minucioso trabajo preparatorio todavía se encuentran restos de tierra, coloque los palitos picados en un colador y enjuáguelos nuevamente con agua corriente. Sacuda y seque para que no entre accidentalmente demasiado líquido en el plato.
Consejo
Los puerros se pueden utilizar en la cocina como sustituto de la cebolla. Las clásicas verduras de invierno tienen un sabor un poco más suave que los tubérculos y además son más fáciles de digerir.